La cara del odio
De todas las imágenes de la manifestación del sábado (casi todas, desgraciadamente, retorcidas muecas de odio), me quedo con ésta: el rostro desolado de Rosa Díez llorando después de haber intentado vanamente defender al Ministro de Defensa de las agresiones y los insultos Desolado porque, como dijo alguien, seguramente jamás imaginó que en pleno Madrid como en Euskadi tendría que protegerse de una turbamulta enardecida y moralmente enferma. Ese rostro me entristeció profundamente. Porque se esté de acuerdo o no con sus posturas, para ser Rosa Díez hace falta tener mucho valor. El coraje tiene muchos rostros en Euskadi, pero uno de ellos sin duda es el de Rosa Díez. Y he aquí que unos batasunos de extrema derecha, unos chulos cuya definición de peligro es seguramente desarrollar alergia contra sus abrigos de pieles, se permiten apostrofarla. Escoria, les llamó ella cuando las lágrimas dieron paso a una justificada indignación. Se quedó corta.
Y es que tenía que pasar. Llevamos desde hace meses --digo mal, llevamos años-- escuchando el discurso enardecido que divide a España en dos mitades irreconciliables, que reclama para sí la verdad absoluta, que cierra el paso a toda tolerancia y todo diálogo, que sataniza al adversario al punto de convertirlo en enemigo. Hemos escuchado una y otra vez que el PSOE es totalitario, desleal y antidemocrático, que busca la destrucción de España, que pacta con terroristas, que está al servicio de un emporio mediático. Hemos escuchado argumentos que, para descalificar a ese partido, se remontan a hechos ocurridos hace la friolera de setenta años.
Hemos incluso escuchado machaconamente la delirante opinión de que ese partido está detrás de los atentados del 11-M. Se repiten estas consignas, de forma más o menos explícita, desde todo tipo de plataformas, desde diarios, programas de radio, libros; se hacen eco de ellas multitud de páginas Web, bitácoras y foros de Internet. Se atizan la intolerancia y el odio cainita, se proclama el mantra de que el gobierno es ilegítimo, se busca que grandes sectores de votantes se crispen, se sientan robados, se levanten contra los supuestos agravios que en su contra se cometieron el 14-M. Todo esto tolerado, cuando no fomentado, desde la calle Génova.
Finalmente, se utiliza como excusa una manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo para convocar a las bases del partido supuestamente agraviado a manifestarse contra el gobierno, haciendo acusaaciones totalmente gratuitas, como que el propio gobierno estaba excarcelando etarras asesinos en virtud de un Código Penal promulgado por el propio gobierno. Pues no. Los etarras que podrían ser excarcelados, y en particular De Juana Chaos, fueron juzgados por el Código Penal de... 1973. Y al PSOE se le puede acusar de muchas cosas... pero desde luego no de haber promulgado ese Código. Esto por no mencionar que la propia AVT dio por buenas las acciones de este gobierno en contra de excarcelaciones prematuras.
Por supuesto, el PP puede convocar cuantas manifestaciones quiera contra el gobierno. Es su derecho constitucional. Pero utilizar solapadamente una manifestación que tendría que haber sido rigurosamente apartidista para arrimar el ascua a su sardina no sólo es contrario al Pacto Antiterrorista --un pacto que hemos visto violar al PP una y otra vez-- sino que es el colmo de la deslealtad y el uso partidista de las víctimas. Es indigno. Independientemente de lo que piense la AVT, está claro lo que se piensa en el PP: que la AVT es suya, que las víctimas del terrorismo de ETA son suyas. Muchos lo sospechábamos, ahora lo sabemos. Desafortunadamente, la AVT no ha sabido responder a esa instumentalización. En vez de lamentar el uso partidista de la manifestación, se ha hecho eco de la postura del PP. Lamentable.
Pero volvamos a los indignados oyentes del oráculo Losantos, a los que reciben su cuota diaria de teoría conspiranoica a manos de Pedro Jota, a los que les han enseñado que está bien decirle a Pilar Manjón que se meta sus muertos por el culo, y que Franco se levantó en armas para salvar España (sic sin la preposición, que así les gusta decirlo), a los que Aznar y Acebes dan irresponsablemente pábulo con sus arengas. Para cualquier observador que conociera el estado de ánimo de esa derecha resentida que nunca ha aceptado su derrota era evidente que, tarde o temprano, esos ciudadanos crispados encontrarían la forma de dar rienda suelta a sus frustraciones y agravios. Y, en efecto, la convocatoria a la manifestación de la AVT, de forma tal vez inconsciente, es lo que logró. Y en vez de demandas razonables, escuchamos insultos. Y en vez de apoyos, adhesiones o repudios, vimos zarandeos, tal vez algún puñetazo, claros intentos de agresión contra personajes públicos que, al menos en lo que respecta a su postura sobre ETA y el nacionalismo deberían haberles parecido intachables a sus agresores: sus posturas son prácticamente idénticas.
He ahí la suprema irracionalidad de la turba, incapaz siquiera de distinguir, de entre sus adversarios, quiénes están cien por cien de acuerdo con ellos en el tema sobre el que supuestamente se manifestaban.
Todo era predecible. Ayer, frente al rostro digno de Rosa Díez, valiente como siempre, vimos la otra cara de la moneda. La cara del odio. Ese odio se cebó también en Pilar Manjón, ausente de la marcha, en uno de los Padres de la Constitución y, en general, en el actual gobierno y su partido. A los que no estaban, les reprochaban su ausencia (¿para qué? ¿era frustración por no poder zaherirlos a gusto?). A los que estuvieron, se les agredió verbal y físicamente (¿par qué? ¿para que se fueran?).
No fueron unos pocos. Fueron muchos, demasiados. Demasiadas mentes envenenadas por pseudoperiodistas vitriólicos; demasiada mentira, demasiado odio. La agresión del sábado fue una llamada de atención. La convivencia es frágil. Demasiado sencillo es avivar odios que deberían haberse ya extinguido. Hace unos días, parecía que Mariano Rajoy, ante el grave órdago que representa el Plan Ibarretxe, se encaminaba por la senda de la sensatez democrática. Pero hay muchos en el PP, y en altos cargos, que no parecen querer el entendimiento, que siguen buscando la crispación a toda costa. Esperemos, por el bien de todos, que no ganen la partida. No podemos seguir así.
Y es que tenía que pasar. Llevamos desde hace meses --digo mal, llevamos años-- escuchando el discurso enardecido que divide a España en dos mitades irreconciliables, que reclama para sí la verdad absoluta, que cierra el paso a toda tolerancia y todo diálogo, que sataniza al adversario al punto de convertirlo en enemigo. Hemos escuchado una y otra vez que el PSOE es totalitario, desleal y antidemocrático, que busca la destrucción de España, que pacta con terroristas, que está al servicio de un emporio mediático. Hemos escuchado argumentos que, para descalificar a ese partido, se remontan a hechos ocurridos hace la friolera de setenta años.
Hemos incluso escuchado machaconamente la delirante opinión de que ese partido está detrás de los atentados del 11-M. Se repiten estas consignas, de forma más o menos explícita, desde todo tipo de plataformas, desde diarios, programas de radio, libros; se hacen eco de ellas multitud de páginas Web, bitácoras y foros de Internet. Se atizan la intolerancia y el odio cainita, se proclama el mantra de que el gobierno es ilegítimo, se busca que grandes sectores de votantes se crispen, se sientan robados, se levanten contra los supuestos agravios que en su contra se cometieron el 14-M. Todo esto tolerado, cuando no fomentado, desde la calle Génova.
Finalmente, se utiliza como excusa una manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo para convocar a las bases del partido supuestamente agraviado a manifestarse contra el gobierno, haciendo acusaaciones totalmente gratuitas, como que el propio gobierno estaba excarcelando etarras asesinos en virtud de un Código Penal promulgado por el propio gobierno. Pues no. Los etarras que podrían ser excarcelados, y en particular De Juana Chaos, fueron juzgados por el Código Penal de... 1973. Y al PSOE se le puede acusar de muchas cosas... pero desde luego no de haber promulgado ese Código. Esto por no mencionar que la propia AVT dio por buenas las acciones de este gobierno en contra de excarcelaciones prematuras.
Por supuesto, el PP puede convocar cuantas manifestaciones quiera contra el gobierno. Es su derecho constitucional. Pero utilizar solapadamente una manifestación que tendría que haber sido rigurosamente apartidista para arrimar el ascua a su sardina no sólo es contrario al Pacto Antiterrorista --un pacto que hemos visto violar al PP una y otra vez-- sino que es el colmo de la deslealtad y el uso partidista de las víctimas. Es indigno. Independientemente de lo que piense la AVT, está claro lo que se piensa en el PP: que la AVT es suya, que las víctimas del terrorismo de ETA son suyas. Muchos lo sospechábamos, ahora lo sabemos. Desafortunadamente, la AVT no ha sabido responder a esa instumentalización. En vez de lamentar el uso partidista de la manifestación, se ha hecho eco de la postura del PP. Lamentable.
Pero volvamos a los indignados oyentes del oráculo Losantos, a los que reciben su cuota diaria de teoría conspiranoica a manos de Pedro Jota, a los que les han enseñado que está bien decirle a Pilar Manjón que se meta sus muertos por el culo, y que Franco se levantó en armas para salvar España (sic sin la preposición, que así les gusta decirlo), a los que Aznar y Acebes dan irresponsablemente pábulo con sus arengas. Para cualquier observador que conociera el estado de ánimo de esa derecha resentida que nunca ha aceptado su derrota era evidente que, tarde o temprano, esos ciudadanos crispados encontrarían la forma de dar rienda suelta a sus frustraciones y agravios. Y, en efecto, la convocatoria a la manifestación de la AVT, de forma tal vez inconsciente, es lo que logró. Y en vez de demandas razonables, escuchamos insultos. Y en vez de apoyos, adhesiones o repudios, vimos zarandeos, tal vez algún puñetazo, claros intentos de agresión contra personajes públicos que, al menos en lo que respecta a su postura sobre ETA y el nacionalismo deberían haberles parecido intachables a sus agresores: sus posturas son prácticamente idénticas.
He ahí la suprema irracionalidad de la turba, incapaz siquiera de distinguir, de entre sus adversarios, quiénes están cien por cien de acuerdo con ellos en el tema sobre el que supuestamente se manifestaban.
Todo era predecible. Ayer, frente al rostro digno de Rosa Díez, valiente como siempre, vimos la otra cara de la moneda. La cara del odio. Ese odio se cebó también en Pilar Manjón, ausente de la marcha, en uno de los Padres de la Constitución y, en general, en el actual gobierno y su partido. A los que no estaban, les reprochaban su ausencia (¿para qué? ¿era frustración por no poder zaherirlos a gusto?). A los que estuvieron, se les agredió verbal y físicamente (¿par qué? ¿para que se fueran?).
No fueron unos pocos. Fueron muchos, demasiados. Demasiadas mentes envenenadas por pseudoperiodistas vitriólicos; demasiada mentira, demasiado odio. La agresión del sábado fue una llamada de atención. La convivencia es frágil. Demasiado sencillo es avivar odios que deberían haberse ya extinguido. Hace unos días, parecía que Mariano Rajoy, ante el grave órdago que representa el Plan Ibarretxe, se encaminaba por la senda de la sensatez democrática. Pero hay muchos en el PP, y en altos cargos, que no parecen querer el entendimiento, que siguen buscando la crispación a toda costa. Esperemos, por el bien de todos, que no ganen la partida. No podemos seguir así.
3 Comments:
Bien hallado Luis, un placer leerte de nuevo.
Efectivamente, se veía venir, los ultras encontraron el dia, el lugar y la excusa (la ausencia de Peces Barba)para mostrar su odio e intolerancia basados en premisas falsas (excarcelación del etarra por el PSOE)
Claro que viendo la circular pepera en la que se insta a criticar al PSOE ¡¡en una manifestación por las victimas del terrorismo!! se pueden entender algunas cosas.
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Tomatito
¡Hola Tomatito! Muchas gracias. Tenía esto muy olvidado, pero me alienta ver que mis cuatro lectores siguen fieles :-p
En todo caso, se me ha reprochado cargar las tintas contra el PP y no advertir que el fenómeno de la intolerancia también se ha manifestado en contra del propio PP. Lo acepto en principio, pero veo una diferencia fundamental. La izquierda radical está fuera del PSOE. La derecha radical está dentro del PP. Lo demuestra, entre otras cosas, el hecho de que los partidos que se asumen de ultraderecha no logren más de unos cuantos miles de votos. Sería higiénico deshacerse de esa derecha radical, pero entiendo que no les sea conveniente electoralmente hablando. Lo que ya es intolerable, a mi juicio, es que se le permita dirigir el partido. Y eso es lo que parece que están haciendo, mientras Rajoy aparece cada día más como un pelele.
Un saludo.
Bono no fue agredido.
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