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Botella al Mar

Una bitácora en español sobre diversos temas de actualidad y cultura. Una botella lanzada a la inmensidad de la Red.

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Lugar: Spain

viernes, enero 28, 2005

Auschwitz, in memoriam

Conocidísimo es, al punto de ser un tópico, el dictum de Adorno sobre la imposibilidad de hacer poesía después de Auschwitz. Anne Sexton, sin embargo, lo intentó (con mayor fortuna, me paree, qeu nuestro León Felipe, que hasta para pedir silencio requería cuarenta versos). Y lo hizo de forma paradójica, pidiendo que su poema fuese el último poema del mundo. Por ello, me parece, es tan desgarrador. No quiero decir más. Anoche vi la ceremonia, el lamento del shofar, la desolación del kaddish, las vías incendiadas. No puedo decir más. Que hable la poesía.

Después de Auschwitz
Anne Sexton

La cólera,
negra como un garfio,
me avasalla.
Cada día,
cada nazi
cogió --a las 8:00 AM-- un bebé
y lo salteó para el desayuno
en una sartén.

Y la Muerte mira de soslayo, distraída,
y se hurga la mugre debajo de las uñas.

El Hombre es pérfido,
digo en voz alta.
El Hombre es una flor
que merece ser quemada,
digo en voz alta.
El Hombre es un pájaro ahíto de cieno,
digo en voz alta.

Y la muerte mira de soslayo, distraída,
y se rasca el culo.

El Hombre,
con sus rosados deditos de los pies,
con sus milagrosos dedos de las manos,
no es un templo, sino una letrina,
digo en voz alta.

Que el Hombre nunca más alce su taza de té.
Que el Hombre nunca más escriba un libro.
Que el Hombre nunca más se ponga un zapato.
Que el Hombre nunca más alce sus ojos
en una suave noche de julio.
Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. Nunca.
Estas cosas digo en voz alta.

Traducción de LFA, a vuelapluma.