.comment-link {margin-left:.6em;}

Botella al Mar

Una bitácora en español sobre diversos temas de actualidad y cultura. Una botella lanzada a la inmensidad de la Red.

Nombre:
Lugar: Spain

miércoles, agosto 31, 2005

"Miss Jean Louise, stand up. Your father is passing."

No leer más si no se ha visto la película; contiene
"spoilers".


Hay frases que despiertan una enorme emoción, frases que hemos leído en un libro o escuchado en el cine. Cada uno tiene su propia colección de frases, y es difícil hacer sentir a otros los sentimientos que una en particular nos provoca, sobre todo cuando esas personas no conocen la frase en su contexto. Concluyo que, aunque ciertas frases nos emocionan por su magnífica factura, por lo bien escritas que están, por (casi) contener en sí mismas la perfecta consonancia de fondo y forma ("polvo serán, pero polvo enamorado"), otras son bellas y emotivas por el contexto en el que fueron pronunciadas.

Eso me pasa a mí --y según he descubierto buscando las palabras exactas en Internet, a muchas otras personas que han pasado por la misma experiencia-- con la frase que encabeza este artículo.
Son muy sencillas. Pedestres, casi: "Levántese, señorita Jean Louise. Su padre está pasando". Y sin embargo, están consideradas entre las frases más memorables de la historia del cine, y yo no puedo recordarlas sin que se me nublen los ojos. Las pronuncia un pastor negro, el Reverendo Sykes, en "Matar un Ruiseñor", dirigiéndose a la hija del abogado Atticus Finch, a quien dio vida de forma inolvidable Gregory Peck.

Atticus --hasta su hija le llama así-- es un abogado blanco en el Sur de EE.UU., en plena Depresión, que defiende a un negro injustamente acusado de violar a una mujer blanca: un caso imposible de ganar. Por poco no se llega al juicio; como era tradicional, el pueblo había pensado tomar la justicia en propia mano. Finch se enfrenta solo a la turba e impide el linchamiento en una escena de tal fuerza y realismo que, me parece, nadie que la haya visto podrá olvidarla.

Toda la historia, y en particular esa escena, está relatada a través de los ojos inocentes de Jean Louise, mejor conocida como "Scout" , la hija de Atticus, de unos nueve o diez años. Esto da pie a todo un torbellino de sentimientos y revelaciones mientras Scout se enfrenta a la vez a la figura de su padre, un hombre sabio y sereno, honesto y cariñoso, y a las peores bajezas del ser humano, encarnadas en una comunidad que se vuelve hostil y en personajes con oscuras motivaciones (no voy a destriparlo todo, no si no necesito hacerlo).

Finch representa para mí el prototipo de héroe moral que postulaba Kant, y que también encuentro en algunos de los personajes de El Señor de los Anillos, como Frodo, Sam o Faramir. Es el hombre que hace lo correcto, lo honorable, lo decente, sabiendo que seguramente no tiene la menor posibilidad de salir victorioso. Es el héroe que no sólo no espera recompensa alguna, sino que sabe que probablemente lo perderá todo en el intento. Tal vez por ello todos esos personajes me emocionan tan profundamente.

Atticus pierde el juicio. Scout apenas puede creerlo; se queda estupefacta y desolada, sentada de tapadillo en la galería superior, donde están los negros. Y entonces, el reverendo, un hombre sabio que ha conocido muchas derrotas, hace lo único que puede hacer para reconocer el combate solitario y noble de Atticus: poner de pie a toda su congregación mientras éste abandona la sala. Es el reconocimiento agradecido de un hombre bueno a un hombre honorable.

Es curioso. Cuesta mencionar esas palabras, bondad, honorabilidad, heroísmo... Parece que estuviéramos hablando de otro mundo: tales términos han casi desaparecido de nuestras vidas. Y sin embargo, ¿qué hijo no se cambiaría por Scout Finch? ¿Y qué padre no se cambiaría por Atticus?

1 Comments:

Blogger Magda Díaz Morales said...

Muchas gracias por tu visita, tu comentario y el enlace. Ya Su me había hablado de ti. Siempre bienvenido.

jue sept 01, 12:52:00 a. m. CEST  

Publicar un comentario

<< Home