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Botella al Mar

Una bitácora en español sobre diversos temas de actualidad y cultura. Una botella lanzada a la inmensidad de la Red.

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Lugar: Spain

viernes, septiembre 16, 2005

Libre al fin

"I could be bound in a nutshell and count myself a King of infinite space!"

Hamlet, Acto II, Escena II

"La libertad no hace felices a los hombres. Los hace, sencillamente, hombres"

Manuel Azaña.
.

En mi último artículo tengo un estupendo comentario de alguien que inadecuadamente se hace llamar "Absurdo", y que hace una crítica de mi concepto de libertad. Según él, me inclino por considerar a la libertad como una elección entre cosas agradables. Nos dice "Absurdo" que la libertad existe incluso cuando la elección es entre dos males, o, como en el caso del pederasta, cuando se elige hacer el mal.

Tengo que agradecer a "Absurdo" que me haya hecho pensar mucho más profundamente en este tema, que me haya obligado a documentarme y a rememorar ideas semiolvidadas que estudié alguna vez. Tengo que agradecerle este artículo que sin él, por pura pereza, probablemente no hubiera sido escrito. Y después de agradecérselo, pasaré a la ofensiva...

Me parece que "Absurdo" confunde libertad con libre albedrío. El libre albedrío es, en efecto, un tipo de libertad que subyace a todas las demás: la libertad de elegir. No me meteré ahora en disquisiciones filosóficas sobre libre albedrío y determinismo. A los efectos de esta exposición tendremos que aceptar a priori, como suele hacer casi todo el mundo, que el libre albedrío existe, pues negarlo implica necesariamente negar la posibilidad de la libertad en general.

Es evidente que sin esa capacidad para elegir no existiría ninguna otra libertad; pero afirmo que el libre albedrío no es condición suficiente para la existencia de libertades. El libre albedrío es una característica fundamental del ser humano: existe siempre. La libertad, las libertades, como todos sabemos bien, son conculcables, contingentes.

Pasemos a analizar eso que llamamos libertad. Yo comentaba en el artículo anterior que sería necesario hacer una crítica del concepto. Los teóricos liberales cuyos análisis leo últimamente, al parecer menos dispuestos a la filosofía que a la economía, cuando no al dogma, mantienen a mi juicio un concepto más o menos ingenuo de libertad, lo cual no deja de ser curioso en la medida en que ese concepto es central a su pensamiento.

Por supuesto, hay pensadores como Isaiah Berlin que han analizado largo y tendido los diferentes conceptos de libertad, pero los liberales de la escuela austriaca parecen ignorar a pensadores más filosóficos, como Berlin. Y sin embargo, éste hace una distinción fundamental entre libertad negativa y libertad positiva, el estar libre de una restricción y el ser libre para hacer alguna cosa, respectivamente. La libertad positiva requiere un autoreconocimiento del ser humano como ser libre y una voluntad de ejercer esa libertad, de tomar control de la vida propia y realizarse en tanto ser humano.

El Diccionario de Filosofía de Stanford pone el siguiente ejemplo: digamos que usted va conduciendo de noche. Llega a una intersección y gira a la derecha, pudiendo también hacerlo a la izquierda. Repite conductas similares en varias otras intersecciones, ora girando a la derecha, ora a la izquierda, ora siguiendo recto. A primera vista usted está actuando con absoluta libertad. Es una libertad negativa, una ausencia de restricción. Pero ahora imaginemos que usted es un fumador compulsivo que no realiza esos giros porque quiera hacerlos, sino porque ellos le conducen al único bar del pueblo abierto a esta hora, el único en el que puede comprar tabaco: lo que parecía un acto libre ahora se revela como determinado por una necesidad imposible de ignorar (créanme, yo desgraciadamente hice ese trayecto infinidad de veces). El Diccionario complica el tema afirmando que si vas al bar perderás un tren que a su vez te llevaría a una cita importantísima, a la que tú deseas ir; tu adicción te fuerza a renunciar a esa cita.

Tendría que quedar claro que el acto del fumador no es del todo libre. Un liberal, sobre todo si es extremista como Valín (ver artículo anterior), pretenderá ignorar la restricción, el determinismo de la necesidad, diciéndonos que al fin y al cabo por fuerte que sea esa restricción existe libre albedrío y el fumador tiene la posibilidad de elegir otra alternativa; pero la mayoría de la gente sabemos por experiencia que las cosas no son tan fáciles. La libertad, como dije en mi artículo anterior, depende de las restricciones impuestas.

Esta ceguera tiene una explicación. El liberalismo suele fijarse sólo en la libertad negativa, y sólo en el sentido más político, en la ausencia de restricciones estatales para ejercer la libertad. Volveré sobre este tema del Estado más tarde. Berlin en particular, al analizar la libertad positiva desde una óptica política, concluía que era mejor que el Estado no hiciera nada para promoverla, porque toda promoción de la misma terminaba en un paternalismo inaceptable y un recorte de la libertad negativa, es decir, en una imposición de restricciones externas.

El problema para Berlin es lo que se suele llamar una pendiente deslizante, una cadena de razonamiento que en este caso lleva inevitablemente al paternalismo. Se comienza reconociendo que existe un yo virtuoso (en nuestro ejemplo, el que quiere acudir a la cita) y un yo irracional, el que te obliga a fumar. Se continúa diciendo que algunos individuos tienen el yo virtuoso más desarrollado, y que ellos deberían indicar a toda la sociedad hacia dónde dirigirse, y se termina obligando a los "menos racionales" a adoptar la racionalidad vigente (que, por cierto, no tiene por qué ser realmente racional, puede ser, como afirma Berlin, la sublimación de una tribu, una iglesia, una raza, una clase o cualquier otra idea de perfección y virtud). Cualquiera podrá reconocer ejemplos en los que esta pendiente deslizante desgraciadamente se ha dado.

Ante este peligro, muchos liberales, incluyendo al propio Berlin, deciden cortar por lo sano esta cadena, negando que exista relación necesaria entre la libertad y los deseos. De hecho, reconoceremos una versión de este argumento en el que plantea "Absurdo": ser libre no necesariamente quiere decir poder elegir lo que uno desea hacer, poder elegir, como él lo plantea, entre cosas agradables.

Para los liberales la verdadera libertad --una libertad negativa-- no tiene que ver tanto con poder hacer lo que uno desea, sino con evitar que se nos impida hacer, en un momento dado, lo que eventualmente desearíamos hacer. La libertad negativa es una promesa: no se te impedirá nunca X o Y, independientemente de que tú desees hacer X o Y.

No cabe duda de que tal libertad negativa es valiosa. Sin embargo, pretender que el concepto de libertad ha de agotarse en dicha libertad negativa presenta varios problemas.

1) Se confunde la libertad política, negativa, la que prácticamente todos creemos que debe garantizarse como un derecho, con la libertad en general. Si bien puede argumentarse de forma convincente que la libertad negativa es la única que puede y debe garantizar el Estado como un derecho, esto no quiere decir necesariamente que sea la única libertad posible. La libertad positiva existe, independientemente de que el Estado tenga algo que decir sobre ella.

2) Dado el punto anterior, se tiende a pensar que si no existen restricciones por parte del Estado, el ser humano es libre. Se siguen aporías como las de Valín, en las que se considera libre a una persona que en realidad está prisionera de otro tipo de restricciones que no tienen nada que ver con el Estado, y que probablemente la esclavizan a un nivel mucho mayor de lo que podría hacer cualquier Estado razonable moderno.

3) El énfasis en la libertad negativa tiende a olvidar un hecho incontestable: muy pocas personas realmente hacen uso de esa libertad. El liberal plantea una libertad que para la gran mayoría de la población, por una razón y otra, será siempre teórica, irrealizable. La libertad se convierte así en privilegio de las élites, mientras las masas, cuyas prioridades en términos de libertad suelen ser distintas y más en línea con el concepto de libertad positiva (la libertad para hacer algo, por ejemplo, para irse de vacaciones a Hawaii), ven traicionadas sus expectativas.

A estas alturas debería estar claro que el tema de la libertad es mucho más amplio que el tema de las libertades garantizadas como derechos. Uno de los principales problemas, por supuesto, está en determinar si el Estado debería ir más allá de la garantía de libertades negativas. Por ejemplo, si debería promover activamente derechos que garantizaran la posibilidad de ejercer libertades positivas, como el de la vida, que es obviamente una precondición al ejercicio de la libertad, o el derecho a cierto bienestar mínimo, que también lo es. Éste es el debate fundamental entre corrientes democráticas de derecha e izquierda, y no es éste el momento de defender una postura determinada dentro de ese debate, a riesgo de perder por completo el hilo de este artículo. Dejémoslo pues planteado en esos términos, en los de una discrepancia entre diversos tipos de libertad.

Continuemos, pues. Si bien la filosofía política liberal se ha centrado en las restricciones a la libertad que puede imponer un Estado (incluso considerando entre ellas la restricción a la libertad económica que pueden significar los impuestos), llama la atención la poca atención que se presta a otras restricciones mucho más inmediatas en la vida cotidiana. En efecto, el Estado no es en las sociedades democráticas la mayor fuente de restricciones. Muchas veces el entorno social presenta determinaciones mucho más poderosas. Imaginemos por un momento que nos diera, en ejercicio de nuestra libertad positiva, por salir desnudos todos los días al quiosco a comprar el diario. Es indudable que tal conducta, a menos que nos llamemos Laetitia Casta, provocaría en nuestros vecinos el inmediato deseo de retirarnos el saludo. En efecto, la amenaza de ostracismo por parte de nuestra comunidad social es una de nuestras más importantes restricciones, una fuente continua de ausencia de libertad. Éste es un tema que los cineastas y novelistas no se han cansado de explotar, planteando una y otra vez la figura del rebelde frente a las convenciones sociales.

Pero existen por supuesto otras fuentes: nuestra compañía que nos exige adecuarnos a un código de conducta (incluyendo la indumentaria), los clientes, el restaurante donde comemos, el cine al que acudimos... Cientos y cientos de normas, de restricciones, que nada tienen que ver con el Estado.

Habríamos de concluir que limitar el concepto de libertad a las relaciones entre un sujeto y el Estado es un profundo error y una simplificación similar a la que intenta reducir absolutamente todo bien a su valor de mercado.

De hecho, tal vez sea en la discusión general de las restricciones a la libertad y la forma de combatirlas donde encontremos la mayor riqueza discursiva, el más rico e inagotable campo de debate entre diversas tendencias políticas e ideológicas, la razón misma de ser de una democracia que se considera a sí misma teatro del enriquecedor debate entre verdades relativas.

El gran error de cierto liberalismo moderno, ensoberbecido por sus victorias, es pensar que este debate está cerrado. No es así, y nunca lo será. Las formas en las que se busca la libertad positiva serán siempre inagotables.


Referencias: Stanford Encyclopedia of Philosophy.

P.D. He dejado fuera una alternativa de libertad, la que practican los eremitas diversos, sobre todo los budistas: la renuncia a los deseos. Es otra cara del prisma, pero dado que es minoritaria será mejor dejar su análisis para otra ocasión.

P.P.D. En el mismo sentido, es interesante revisitar las ideas de MacCallum sobre la falsedad de la dicotomía entre libertad positiva y negativa. He decidido finalmente dejarlas fuera de este artículo para no complicar excesivamente la exposición. Me parece que por un lado Berlin es más conocido, y por otro mis argumentos son muy fáciles de trasplantar al esquema de MacCallum.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola.

Lo primero agradecerte el que hayas dedicado una entrada de tu blog al apunte que te hice el otro día. Ahora mismo no he tenido mucho tiempo para leerlo y desgraciadamente estoy en un ciber ahora mismo por estar lejos de casa por lo que mi respuesta tiene que esperar unos cuantos días, ya que me llevo una copia impresa para analizarmás detenidamente lo que me dices. De todas maneras te puedo adelantar que mi idea de defender el concepto sinónimo de libertad-libre albedrío(que efectivamente, tienes razón, es a lo que me refiero), como algo primordial y que no debe ser discutido es por algunas razones que aún tengo que depurar bastante.

También apuntar que en la anterior entrada del blog donde hablas del artículo de Valín al decirme lo que te dije sobre los foros de izquierda, ya se que en los foros de derecha ocurre también, pero con personajes distintos y no con "liberales" precisamente, ;). Sólo me referí a ello porque precisamente es en los foros de izquierda donde se ha hablado de este artículo de una forma en la que el debate de ideas era casi inexistente(y en el de derechas no lo se porque no lo lei, pero me imagino que no habría muchas críticas). La verdad es que me duele mucho más de que eso ocurra en unforo de izquierdas que de derechas porque los considero los "mios" y ver a veces el nivel de crítica es triste.

Un saludo.

PD. Perdón por lo del nick. En realidad tu me conoces por otro, concretamente por Antonio de la Peich en todopolitica.com. Lo que ocurre es que este es el nick que he utilizado siempre en Internet a excepción de ese foro y en genoveses por una historia bastante simple que consistió en que pensaba que lo del nombre en los foros phpbb2 era para poner el nombre auténtico y puse ese, y así me quede. Aparte está el recochineo habitual en los foros de política si te pones este nick, con el despacho de mis argumentos con un "eso es absurdo, como tu nick", y por eso me da más palo.

lun sept 19, 10:37:00 p. m. CEST  
Blogger Luis Fernando Areán said...

Hola, ¡qué gusto, Antonio! En primer lugar, te agradezco a ti que me hayas puesto a pensar y a documentarme. No sé si el tema ya está maduro, pero lo publiqué en cuanto empecé a verlo más o menos claro. Creo que da para mucho más.

En cuanto a lo otro que dices sobre los foros de izquierda, estoy de acuerdo: el nivel suele ser lamentable y como también los siento como los "míos" sufro con ello, mientras que las tonterías de la derecha las disfruto con bastante deleite. :-P

En la misma vena, comentarte que en Red Liberal hay algunos blogs y debates interesantes, si bien tienen la manía de no debatir contigo, sino con tu caricatura de izquierdas, si entiendes lo que quiero decir. Es una muestra de que el debate está muy deteriorado en nuestra sociedad.

Un saludo.

mar sept 20, 07:16:00 p. m. CEST  
Blogger wilson said...

Hola a todos.

Entiendo que el equilibrio se conseguiría articulando las libertades negativas para que las positivas crezcan según las necesidades individuales. Es decir, dotar al estado de las leyes y los servicios necesarios para que la población ejercite sus libertades sin trabas o con las mínimas.

Supongo que el quiz de la cuestión se encuentra en la financiación de los servicios y en la calidad y universalidad de las leyes, sin menoscabo de esas libertades individuales. Es decir, economía y justicia.

Para la primera tenemos gestión, creación de empleo y dinamismo económico. Con la segunda llegamos a la eterna pelea entre libertades y seguridad.

¿Voy por buen camino?

vie sept 23, 12:27:00 a. m. CEST  
Blogger albert said...

nuevo blog sobre actualidad social, cultural y política:
www.nuevacorriente.blogspot.com

lun dic 05, 12:01:00 a. m. CET  

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