La ley de Lynch
A Pilar Manjón se la quiere desprestigiar por su ideología política. Su mensaje ha sido tan poderoso, ha calado tan hondo en la sociedad española, y sobre todo ha demostrado ser tan inexpugnable en su contenido, que a sus críticos no les queda otro remedio que el ataque ad hominem.
Pero si siempre un ad hominem es despreciable, pues busca la descalificación moral de una persona para intentar dañar sus argumentos, en el caso de una víctima del terrorismo es particularmente execrable. Yo espero que Pilar Manjón no haya leído las infamias que los desaprensivos del odio han publicado sobre ella por los rincones de Internet, la más vil de las cuales la acusa de instrumentalizar la muerte de su hijo en aras de quién sabe qué bastardos intereses. Eso por no mencionar los insultos.
En los foros donde he debatido este tema he pedido una y otra vez una valoración de la intervención de Pilar Manjón. Nunca he logrado que alguien me contestara ni una palabra sobre su intervención, nunca. Todas las respuestas que recibí (incluyendo un libelo a todas luces apócrifo, supuestamente firmado por una víctima del terrorismo etarra que le hace terribles reproches) fueron ataques personales, falacias ad hominem. Tampoco en la prensa ha podido nadie impugnar su intervención. Y es que ésta, como tal, es inexpugnable. ¿Quién puede estar en desacuerdo con su valoración de que en la Comisión del 11-M se habla más de conflictos políticos que de otra cosa, que la Comisión es sobre "sus señorías" y no realmente sobre el 11-M? ¿Quién puede impugnar sus reproches sobre la frivolidad de ciertas risas y ciertas actitudes? Nadie.
Y por ello se la ataca vilmente en lo personal. Los escarbadores de basura han hecho a conciencia su trabajo, buscando declaraciones previas, hurgando en el pasado. Lo han hecho a conciencia... y no han encontrado nada horrible, así que han tenido que conformarse con dos o tres migajas. "Es una izquierdista", farfulla nuestro histérico favorito, como si ello tuviera que ver con la verdad de lo que dijo en el Congreso. "Es sindicalista y comunista", truenan otros. Respecto de estas acusaciones, la Sra. Manjón, que no necesita que nadie la defienda, ha dicho lo que tenía que decir. Que, a su entender, la Constitución garantiza su libre afiliación a un sindicato, y que quien la critica por ello no hace sino reflejar sus propias tendencias preconstitucionales (para llamarlas elegantemente). También ha declarado que no milita en ningún partido, incluyendo IU, con lo que quienes siguen insistiendo en ese punto, para robarle una frase a su prócer, mienten y mienten a sabiendas.
"Ha dicho que Aznar es un asesino", se rasgan las vestiduras quienes acusan a todo izquierdista de serlo en potencia. A mí parecer, la Sra. Manjón debería haberse ahorrado ciertas expresiones en el pasado, pues precisamente esas expresiones son las que están siendo utilizadas interesadamente para poner en duda su respetabilidad. Pero sostengo que, desde que fue nombrada portavoz, no ha vuelto a proferir dichas acusaciones. Esto, por sí mismo, debería demostrar que Pilar Manjón es consciente de su responsabilidad y que divide claramente lo que es una valoración personal de lo que es una postura oficial de su Asociación.
Ante todos los que ahora le exigen una neutralidad política absoluta desde un punto de vista personal a Pilar Manjón habría que preguntarles si creen que Maite Pagazaurtundúa dejó de ser socialista en el momento en el que desgraciadamente se convirtió en víctima, o si la familia de Gregorio Ordóñez o la de Miguel Ángel Blanco cambiaron mágicamente su filiación política. Por supuesto que no. Y estoy seguro de que podríamos buscar declaraciones absurdas, o cuando menos polémicas, de esas víctimas para desprestigiarlas, de la misma forma que se hace con Pilar Manjón.
Pero es que además, aunque la expresión "Aznar es un asesino" sea un exceso retórico, existe evidencia razonable --por ejemplo, nada menos que un auto del juez Del Olmo, así como la opinión informada de otro experto en terrorismo, el juez Garzón-- de que la invasión de Irak, si no inició la amenaza terrorista contra España, sí incrementó el riesgo significativamente. Negarlo es absurdo. De ahí que quepa, de forma razonable, pedir responsabilidades políticas, y que sea natural que una víctima --de hecho no una, sino una Asociación con 600 víctimas, no olvidemos que el texto de la intervención fue consensuado-- exija responsabilidades políticas. Pensemos: si un ministro de Interior quita todas las escoltas a los amenazados por ETA, y uno de ellos es asesinado, ¿no nos parecería lógico que la familia del asesinado responsabilizara en parte al ministro del Interior por haber desprotegido a la víctima? Pues lo mismo. El gobierno del PP nos metió en una guerra que no quería la abrumadora mayoría de los españoles, según todos los indicios nos volvió con ello más vulnerables al terrorismo islamista, y no tomó las medidas relevantes para protegernos. Culpable no, que culpables son sólo los terroristas. Pero alguna responsabilidad le cabe.
¿De esto pueden derivarse responsabilidades penales? Para ser franco, no lo sé, aunque me inclino a pensar que no. No por ello voy a criticar que los afectados crean de buena fe que sí y persigan esas responsabilidades en los tribunales. Están en su derecho. Y es que es lógico que estén irritados contra el Gobierno del PP, de la misma forma que las víctimas de ETA tienen razones poderosas para estar irritados contra el PNV, aunque estas razones difieran en un caso y en el otro.
En todo caso, el punto es polémico, pero no es en absoluto tan descartable como quisieran pensar los simpatizantes del PP. Y es que la entrada en la guerra, a diferencia de la política antiterrorista, no fue consensuada. Y no fue consensuada porque al propio gobierno del PP no le interesó hacerlo. Que pague ahora las consecuencias políticas de ello no es en absoluto irracional.
Todo ello puede discutirse. Lo que no puede hacerse son esos ataques infamantes a la Sra. Manjón, ese intento desesperado de matar al mensajero porque el mensaje no agrada. Y es que sigue sin entenderse que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.
Pero si siempre un ad hominem es despreciable, pues busca la descalificación moral de una persona para intentar dañar sus argumentos, en el caso de una víctima del terrorismo es particularmente execrable. Yo espero que Pilar Manjón no haya leído las infamias que los desaprensivos del odio han publicado sobre ella por los rincones de Internet, la más vil de las cuales la acusa de instrumentalizar la muerte de su hijo en aras de quién sabe qué bastardos intereses. Eso por no mencionar los insultos.
En los foros donde he debatido este tema he pedido una y otra vez una valoración de la intervención de Pilar Manjón. Nunca he logrado que alguien me contestara ni una palabra sobre su intervención, nunca. Todas las respuestas que recibí (incluyendo un libelo a todas luces apócrifo, supuestamente firmado por una víctima del terrorismo etarra que le hace terribles reproches) fueron ataques personales, falacias ad hominem. Tampoco en la prensa ha podido nadie impugnar su intervención. Y es que ésta, como tal, es inexpugnable. ¿Quién puede estar en desacuerdo con su valoración de que en la Comisión del 11-M se habla más de conflictos políticos que de otra cosa, que la Comisión es sobre "sus señorías" y no realmente sobre el 11-M? ¿Quién puede impugnar sus reproches sobre la frivolidad de ciertas risas y ciertas actitudes? Nadie.
Y por ello se la ataca vilmente en lo personal. Los escarbadores de basura han hecho a conciencia su trabajo, buscando declaraciones previas, hurgando en el pasado. Lo han hecho a conciencia... y no han encontrado nada horrible, así que han tenido que conformarse con dos o tres migajas. "Es una izquierdista", farfulla nuestro histérico favorito, como si ello tuviera que ver con la verdad de lo que dijo en el Congreso. "Es sindicalista y comunista", truenan otros. Respecto de estas acusaciones, la Sra. Manjón, que no necesita que nadie la defienda, ha dicho lo que tenía que decir. Que, a su entender, la Constitución garantiza su libre afiliación a un sindicato, y que quien la critica por ello no hace sino reflejar sus propias tendencias preconstitucionales (para llamarlas elegantemente). También ha declarado que no milita en ningún partido, incluyendo IU, con lo que quienes siguen insistiendo en ese punto, para robarle una frase a su prócer, mienten y mienten a sabiendas.
"Ha dicho que Aznar es un asesino", se rasgan las vestiduras quienes acusan a todo izquierdista de serlo en potencia. A mí parecer, la Sra. Manjón debería haberse ahorrado ciertas expresiones en el pasado, pues precisamente esas expresiones son las que están siendo utilizadas interesadamente para poner en duda su respetabilidad. Pero sostengo que, desde que fue nombrada portavoz, no ha vuelto a proferir dichas acusaciones. Esto, por sí mismo, debería demostrar que Pilar Manjón es consciente de su responsabilidad y que divide claramente lo que es una valoración personal de lo que es una postura oficial de su Asociación.
Ante todos los que ahora le exigen una neutralidad política absoluta desde un punto de vista personal a Pilar Manjón habría que preguntarles si creen que Maite Pagazaurtundúa dejó de ser socialista en el momento en el que desgraciadamente se convirtió en víctima, o si la familia de Gregorio Ordóñez o la de Miguel Ángel Blanco cambiaron mágicamente su filiación política. Por supuesto que no. Y estoy seguro de que podríamos buscar declaraciones absurdas, o cuando menos polémicas, de esas víctimas para desprestigiarlas, de la misma forma que se hace con Pilar Manjón.
Pero es que además, aunque la expresión "Aznar es un asesino" sea un exceso retórico, existe evidencia razonable --por ejemplo, nada menos que un auto del juez Del Olmo, así como la opinión informada de otro experto en terrorismo, el juez Garzón-- de que la invasión de Irak, si no inició la amenaza terrorista contra España, sí incrementó el riesgo significativamente. Negarlo es absurdo. De ahí que quepa, de forma razonable, pedir responsabilidades políticas, y que sea natural que una víctima --de hecho no una, sino una Asociación con 600 víctimas, no olvidemos que el texto de la intervención fue consensuado-- exija responsabilidades políticas. Pensemos: si un ministro de Interior quita todas las escoltas a los amenazados por ETA, y uno de ellos es asesinado, ¿no nos parecería lógico que la familia del asesinado responsabilizara en parte al ministro del Interior por haber desprotegido a la víctima? Pues lo mismo. El gobierno del PP nos metió en una guerra que no quería la abrumadora mayoría de los españoles, según todos los indicios nos volvió con ello más vulnerables al terrorismo islamista, y no tomó las medidas relevantes para protegernos. Culpable no, que culpables son sólo los terroristas. Pero alguna responsabilidad le cabe.
¿De esto pueden derivarse responsabilidades penales? Para ser franco, no lo sé, aunque me inclino a pensar que no. No por ello voy a criticar que los afectados crean de buena fe que sí y persigan esas responsabilidades en los tribunales. Están en su derecho. Y es que es lógico que estén irritados contra el Gobierno del PP, de la misma forma que las víctimas de ETA tienen razones poderosas para estar irritados contra el PNV, aunque estas razones difieran en un caso y en el otro.
En todo caso, el punto es polémico, pero no es en absoluto tan descartable como quisieran pensar los simpatizantes del PP. Y es que la entrada en la guerra, a diferencia de la política antiterrorista, no fue consensuada. Y no fue consensuada porque al propio gobierno del PP no le interesó hacerlo. Que pague ahora las consecuencias políticas de ello no es en absoluto irracional.
Todo ello puede discutirse. Lo que no puede hacerse son esos ataques infamantes a la Sra. Manjón, ese intento desesperado de matar al mensajero porque el mensaje no agrada. Y es que sigue sin entenderse que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.