No sólo en Irak ha pasado el Sr. Bush a la ofensiva. Hace pocos días, en un discurso televisado, hablaba de la conveniencia de que la "teoría" del Diseño Inteligente, es decir, la teoría creacionista, sea enseñada en las escuelas junto con la teoría de la evolución. Aunque el Gobierno Federal no tiene, afortunadamente, la potestad de cambiar el currículo escolar, esta nueva ofensiva es preocupante. Se inscribe en una larguísima lucha, que dura ya siglo y medio, para que las fuerzas de la Razón se impongan sobre las fuerzas oscurantistas; pero ese oscurantismo ha sido, como norma general, producto de iniciativas locales que suelen topar con la oposición del más ilustrado gobierno federal. Lo preocupante es tener, como tuvimos con Reagan y ahora con Bush, un Presidente convencido fanáticamente de que Darwin se equivocó.
Hace ochenta años del famoso juicio Scopes, en que el Estado de Tennessee impuso una ley que impedía enseñar la teoría de la evolución. Los tiempos han cambiado, y ya es imposible impedir la enseñanza de Darwin, pero los creacionistas, infatigables, han cambiado de táctica: su objetivo actual es dar a su "teoría" el mismo espacio que recibe la teoría de la evolución, al tiempo que se enfatiza que ésta es sólo una teoría, es decir, algo totalmente hipotético y no comprobado.
Es verdad que el Supremo estadounidense suele revocar, por anticonstitucionales, muchas de las medidas que se toman a nivel local; pero algunas sobreviven porque no llegan al Supremo, al que es difícil, según el sistema judicial estadounidense, plantearle cuestiones de constitucionalidad. Y, de todas formas, es cuestión de tiempo para que Bush logre imponer una mayoría de jueces fundamentalistas en el Supremo.
Es necesario entender el creacionismo y la amenaza que representa. Algunos, confundidos por las credenciales científicas de algunos, muy contados, proponentes del creacionismo, piensan que éste tiene algún prestigio académico. No es así. Sus principios están radicalmente errados, y su metodología es todo menos científica.
En primer lugar, tengamos en cuenta que no existe una teoría creacionista, ni siquiera una teoría de Diseño Inteligente. No existe porque es imposible de formular: más allá de la afirmación taxativa de que todas las especies fueron creadas de forma más o menos simultánea por una inteligencia superior, la "teoría" creacionista no afirma nada. No tiene deducciones que puedan ser contrastadas con la realidad. Por ello, no puede aspirar a llamarse una teoría científica, que, como sabemos al menos desde Popper, debe contener afirmaciones "falsables", que puedan ser refutadas mediante un experimento. La teoría de la evolución cumple este requisito; el creacionismo no. Por cierto, éste es un buen momento para refutar uno de los argumentos favoritos del creacionismo, que la teoría de la evolución es "sólo" una teoría. Este argumento incurre en la falacia de anfibología: confunde dos acepciones de la palabra "teoría", la cotidiana y la formal. En efecto, en términos cotidianos, la palabra teoría nos refiere a una especulación, una hipótesis sin ninguna evidencia. Pero en términos científicos, una teoría es una construcción formal mucho mejor fundamentada. Si bien nunca podemos estar totalmente seguros de la verdad de una teoría científica (de absolutamente
ninguna), podemos estar razonablemente seguros de que una teoría refleja adecuadamente la realidad. Es más: ninguna teoría bien establecida ha sido totalmente refutada. A lo mucho, se ha restringido su ámbito de aplicación, como le ocurrió a la mecánica newtoniana. Por ello, hablar de la teoría de la evolución como si fuese una simple especulación sin contraste con evidencias empíricas es una falsedad.
Ahora bien, el creacionismo
no es una teoría científica. En el mejor de los casos, el creacionismo es una serie enorme de explicaciones "ad hoc" cuya única función es intentar refutar, una a una y de forma inconexa y muchas veces incoherente, las afirmaciones de la teoría de la evolución. Así, tienen que inventar una explicación que dé cuenta de la existencia de fósiles homínidos; otra que dé cuenta del parentesco filogenético de las especies; otra que explique por qué el Universo parece tener 15 mil millones de años (esta explicación, por cierto, es una de mis favoritas, según esto la velocidad de la luz se ha ido ralentizando a lo largo de los últimos cuatro mil años); otra que explique por qué la microevolución es posible y la macroevolución no. Y así hasta la náusea. El problema de esto es que va en contra de uno de los principios filosóficos de la ciencia, el de la navaja de Occam, que dice que la explicación más simple es casi seguramente la correcta. ¿Cómo puede ser la explicación más simple una que requiere cientos de explicaciones "ad hoc" distintas?
Imaginemos que llegamos a casa, nos encontramos a nuestra mujer desnuda en la cama, unos calzoncillos en la silla de la habitación, y escuchamos una respiración agitada dentro del armario. Preguntando a la parienta, nos explica que los calzoncillos son de su tío Manolo, que se le escoñó la lavadora y ella le prometió hacerle la colada; que ella está desnuda porque tiene calor (a pesar de ser enero y no tener calefacción en casa) y que la respiración agitada es un Walkman que olvidó nuestro hijo adolescente en una mochila que ella guardó en el armario. Éste es el creacionismo, que tiene que inventar explicaciones "ad hoc" para cada cosa. Creo que no necesito explicar cuál es la alternativa.
No sólo eso. Los creacionistas usan y abusan de todas las falacias lógicas del repertorio. Una de sus favoritas es "el hombre de paja", que caricaturiza la postura evolucionista y luego refuta esa caricatura. Por ejemplo, se afirma: la probabilidad de que un ojo sea creado por procesos puramente aleatorios es de una en diez a la dos millones (por decir un número). Fantástico. Qué bueno que haya usted calculado la probabilidad. El problema es que la evolución NO es un proceso puramente aleatorio, por lo que su cálculo no tiene sentido.
Otra falacia típica es la apelación a la incredulidad: "es imposible de creer"; "no se puede pensar que sea posible que..:". Este argumento es absurdo. Lo que alguien piense subjetivamente que es imposible no tiene nada que ver con lo que realmente es imposible. Hasta que no se demuestre esa imposibilidad, el argumento carece de valor. Por cierto, tal vez la única objeción inteligente a la teoría de la relatividad consiste en intentar probar esa imposibilidad. La ha propuesto Behe y se llama Complejidad Irreducible. La "teoría" pretende que existen procesos biológicos que no pueden prescindir de ningún paso, como el ciclo de Krebs (la respiración celular), y que por tanto es imposible que haya evolucionado gradualmente. Dicha teoría, sin embargo, ha sido refutada una y otra vez.
En general, el creacionismo no tiene ninguna credibilidad científica. Ignora evidencia incontestable; inventa explicaciones "ad hoc"; utiliza falacias lógicas; y, en general, está basado en principios incompatibles con la investigación científica, como la creencia dogmática en principios tales como que la Biblia es infalible. De hecho, para trabajar en el "Institute for Creation Research", la institución más
prestigiosa de los creacionistas, es necesario hacer una verdadera profesión de fe: hay que creer en Dios, creer que la Biblia es literalmente cierta y es su palabra infalible, etc, etc. Es obvio que ningún instituto de investigación serio exige tales prerrequisitos a sus investigadores, a los que siempre otorga libertad de investigación y de pensamiento. Finalmente, un dato: ninguna revista científica seria ha publicado nunca un artículo creacionista. Eso quiere decir que tales artículos no pasan el estricto proceso de revisión y escrutinio a los que se someten las teorías científicas.
Los creacionistas no son científicos ni su disciplina es científica ni han formulado ni formularán jamás una teoría científica. Y sin embargo, no sólo no disminuye su fuerza, sino que, a todas luces, se incrementa. Qué triste comentario sobre la condición humana.
P.D. Un estupendo recurso para enfrentarse a las falacias creacionistas es el siguiente:
www.talkorigins.org